El Comité Político del PLD se reúne en el momento más tenso vivido desde la fundación en 1973, entonces bajo la sombrilla del liderazgo único de Juan Bosch. Ahora dos líderes pugnan por su control con amenaza de división que históricamente es causa eficiente de pérdida del poder.
Las divisiones en el partidismo dominicano han estado determinadas en dos causas fundamentales: el control directo del poder en el Estado o el control del partido como instrumento para el acceso al poder político.
En los tres principales partidos políticos esa lucha jamás se ha fundamentado en razones ideológicas, sino en antagonismos personales originados en ese afán por el control del Estado.
En los casos más importantes, esos antagonismos provocaron la enemistad de grandes aliados que en el fragor de la política construyeron unas relaciones que no estuvieron exentas de llegar hasta la intimidad.
En la primera gran división del Partido Reformista se produjo al mismo tiempo un rompimiento entre Francisco Augusto Lora y Joaquín Balaguer, cuando el 27 de junio de 1969, éste último asumió el control absoluto y desplazó a Augusto Lora de la presidencia, quien luego el formó el Movimiento de Integración Democrática (MIDA) para oponerse a la primera reelección en 1970.
En el caso de los partidos en el poder, la reelección ha sido un elemento clave para desatar procesos de división, toda vez que quien gobierna suele optar por el continuismo, lo que tiende a desatar las pugnas con otros actores internos que pretenden buscar el poder.
Rompimientos en el PRSC
Con la salida de Lora del entonces Partido Reformista, Balaguer logró mantener la cohesión de sus seguidores en base al continuismo y la fuerza de su liderazgo. Sólo después de 1978, ya apartado del gobierno, sufre un consistente debilitamiento, pero se recupera precisamente a consecuencia de una lucha interna en el PRD entre el presidente Salvador Jorge Blanco y el candidato presidencial Jacobo Majluta, que conduce, por la división, a la pérdida del poder.
Es en 1994 cuando se produce el más importante desprendimiento del Partido Reformista, ya convertido en Social Cristiano, cuando Fernando Álvarez Bogaert, derrotado varias veces por Balaguer, pacta con la candidatura de José Francisco Peña Gómez por el PRD, momento en que Balaguer de nuevo sufre una importante pérdida y ve reducido su mandato a dos años.
Luego vendrían otros desprendimientos, como en 2006, cuando más de la mitad de los dirigentes y simpatizantes del PRSC apoyaron al Partido de la Liberación Dominicana, mientras otro grupo suscribió una alianza con el PRD.
El PRD
Bien se puede decir que el PRD es la escuela de las divisiones y desprendimientos, sea por el control del poder político nacional o por el control mismo de la organización.
Los rompimientos en el PRD están presentes desde su llegada al país después de la muerte de Trujillo, en el mismo 1962, uno de los comisionados junto a Ángel Miolán fue expulsado al aceptar un cargo a Joaquín Balaguer como secretario de Trabajo en 1962, y forma el Partido Revolucionario Dominicano Auténtico. El profesor Juan Bosch ganó la presidencia de la República ese año y posteriormente perdería el segundo hombre a bordo de la comisión que implantó la agrupación en el país, Ángel Miolán
Pero el PRD sufre la gran crisis en 1973, cuando con la renuncia de Bosch a consecuencia de diferencias con otro sector que se identificaba con el liderazgo que encarnaba José Francisco Peña Gómez, que tenía una posición moderada sobre las reformas políticas.
Pero el PRD sufre la gran crisis en 1973, cuando con la renuncia de Bosch a consecuencia de diferencias con otro sector que se identificaba con el liderazgo que encarnaba José Francisco Peña Gómez, que tenía una posición moderada sobre las reformas políticas.
Otra división importante arrasa una gran amistad personal. En 1987, a consecuencia de la crisis generada por la salida del PRD del poder en 1986, se produjo la separación de Majluta y Peña Gómez, y surgen el Partido Revolucionario Independiente (PRI), y el Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS). La división imposibilitó el retorno del PRD al poder.
Después de un proceso de unificación interna el PRD retorna al poder en el 2000. Cuatro años después vendría a quebrarse esa unidad con la reforma de la constitución de Hipólito Mejía para restablecer la reelección. Se incuba otra gran crisis que provoca la salida de Hatuey De Camps en 2005, quien funda el Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).
Entonces el PRD quedó deshecho, y sus restos fueron recogidos por Miguel Vargas Maldonado, quien junto a otros dirigentes reagruparon sus fuerzas y participa como candidato presidencial en las elecciones de 2008, proceso en el que logra alguna recuperación, hasta 2011, cuando en una convención es derrotado sorpresivamente por Hipólito Mejía, con resultados cuestionados.
Ese proceso culminó en las elecciones de 2012, cuando Mejía salió derrotado a manos de Danilo Medina del PLD, lo que desató otra lucha a muerte entre Mejía y Vargas Maldonado, lo que da lugar a otra división, en 2014, con graves incidentes violentos. Se considera la más grande de las divisiones del PRD.
En el caso del PRD, se puede afirmar que las divisiones a consecuencia de la lucha por su control con vista al poder han sido causa eficiente de la pérdida del poder de desde 2004. Al menos, hubo una “gran ganancia”, el surgimiento de un nuevo partido político que hoy encabeza la oposición al PLD, el Partido Revolucionario Moderno.
El PLD
Es el PLD la agrupación que ha sufrido menos fracturas radicales, a lo cual se atribuye su permanencia en el poder desde 2004, aunque ya había gobernado en base a una alianza con el PRSC desde 1996 hasta el 2000.
Sin embargo, durante su proceso de formación y desarrollo vivió algunos desprendimientos que a la postre solventó con el retorno de la mayoría de los disidentes, cuando empezó a proyectar vocación de poder. Caso del ex vicepresidente Rafael Alburquerque, que a consecuencia de sus diferencias con Juan Bosch fue expulsado en 1983 y formó el Partido del Pueblo Dominicano (PPD), luego saldría Max Puig, en 1992, y sus seguidores que formaron la Alianza Por la Democracia (APD). Muy al principio, en 1978, había ocurrido con Antonio Abreu, quien fundó la Unidad Democrática (UD).
La crisis actual
Pero ahora, el PLD sufre la mayor crisis, a consecuencia de la confrontación de sus dos liderazgos, Leonel Fernández y Danilo Medina, a quienes la lucha por el poder los convirtió en grandes amigos y aliados y ahora están divididos precisamente por el control del poder.
Las diferencias entre Medina y Fernández se remontan al principio de la década que ya casi termina, cuando el PLD retornó al poder en 2004, después de la derrota de Mejía.
Bajo la bandera de la unidad, la organización morada recobró el poder, pero ya el liderazgo de Medina se había sometido a la prueba del 2000, cuando fue derrotado por Mejía. El hoy presidente no se dio por vencido, y aunque acompañó a Fernández en la campaña y desde la secretaría de la Presidencia, sus propósitos por jugar su propio papel no cesaron.
En 2006 presentó su renuncia a la secretaría de la Presidencia para protagonizar su propia historia que lo condujo a enfrentarse a Fernández por la candidatura presidencial de 2008, en unas elecciones internas que perdió con un margen muy desfavorable. El presidente Fernández resultó ganador de las primarias del 6 de mayo de 2000 con 403 mil 577 votos, un 71.55%, contra un 28.45% de su ya rival, equivalentes a 160 mil 505 votos, con una concurrencia del 49.09% de la militancia del partido morado.
Fue en ese momento cuando el hoy Presidente Medina declaró: “Me venció el Estado”. Desde entonces, la rivalidad entre ambos líderes es inocultable, más que manifiesta, tanto, que no se comunican en ningún escenario, e incluso, se evitan. La tirantez es la característica fundamental de las relaciones, no sólo entre ellos, sino entre los parciales de ambos bandos.
Se entendió que las diferencias habían terminado con la candidatura de Medina en 2012, cuando el presidente Fernández lo apoyó y calentó la economía en búsqueda de un ambiente favorable al PLD, al extremo de que resultó a la postre acusado por uno de sus contrarios del equipo triunfante de que había provocado un déficit fiscal de más de RD$187 mil millones, lo que desató una campaña de grupos sociales que amenazaron con someterlo a la justicia.
Posteriormente, el presidente Medina declararía que lo que encontró en el gobierno fue una maleta llena de facturas (pendientes de pagar), con lo que avalaba la campaña contra Fernández de que había provocado un déficit fiscal.
Las relaciones se tensaron más, hasta que llegó el proceso electoral de 2016, cuando el presidente Medina se repostuló en medio de la oposición de los seguidores de Fernández, que resistieron la reforma de la Constitución, para luego pactarla mediante a un acuerdo político en 2015. Antes, el expresidente Fernández sufrió una campaña de denostación que incluyó la llegada al país del convicto narcotraficante Quirino Ernesto Paulino reclamándole el pago de una deuda de RD$200 millones. Los leonelistas insinuaron que fue auspiciada desde el Palacio Nacional.
En la reforma de 2015 se permitió la reelección por dos períodos, pero expresamente se prohibió al presidente Medina repostularse, de por vida. Ahora sus auspiciadores plantean la necesidad de modificar la Constitución de nuevo. Es el tema dominante en este momento.
El presidente Medina ha guardado silencio, aunque en algunos de los actos que encabeza se aboga por su reelección. Su expresión más específica cuando fue abordado sobre el tema por Jatnna Tavárez en su programa del 19 de agosto pasado, fue lo siguiente: “…en el PLD decidimos hablar del tema en marzo, y en ese momento yo fijaré mi posición”. Marzo terminó ayer.
Fue en ese mismo programa que planteó, a propósito de los riesgos de una división en el PLD a causa de la pugnacidad actual, precisamente por la reelección, lo siguiente: “Esas contradicciones que se dan son luchas por el control del poder. Esas divisiones que hay ahora son hasta que se elija al candidato para el 2020. Una vez que se tenga el candidato de 2020, habrá gente que se quedarán con algún tipo de dolor… Pero al final, la mayoría se encaminará a apoyar el candidato que el partido escogió.” Visto en esa perspectiva, la definición de la actual crisis en el PLD resultaría bastante simple. Lo único que la sigue complicando es la posibilidad latente de que se intente reformar la Constitución, que es precisamente lo que ha desatado el fuego de la desunión.
Y otra vez salta la pregunta: ¿Qué tan cerca está el PLD de una división y consecuentemente de una posible derrota? El Comité Político de esa agrupación, que sesiona hoy, tendrá que empezar a encontrar la respuesta.
Lo que está claro es que en la historia de la política dominicana la división de las organizaciones políticas es una causa eficiente de la pérdida del poder o de un debilitamiento de prolongada duración.