Por Rubén Moreta
Este martes 27 de junio se conmemora el 95 aniversario de la muerte en combate del gran líder religioso sanjuanero Liborio Mateo Ledesma. Su caída en combate se produjo el 27 de junio del año 1922. Su cuerpo exánime, fue paseado por toda la ciudad como un trofeo, atado en yaguas, con sogas de andullo. La imagen atroz fue publicada en los periódicos de circulación nacional de la época. Luego el cadáver no fue enterrado en ningún lugar conocido, para evitar futuras peregrinaciones de sus seguidores.
Aunque la historiografía dominante lo desdeña, Liborio Mateo es una figura imponente de nuestra historia, por liderar un movimiento rural en contra de la primera intervención de Estados Unidos de Norteamérica en República Dominicana (1916-1924), y enfrentarse virilmente a esa fuerza imperial, y morir en combate, como los grandes revolucionarios.
Jornalero y curandero, Liborio logró construir un gran movimiento de mesianismo religioso, que luego mutó y se enfocó en la oposición a la presencia de tropas de Washington en la nación fundada por Juan Pablo Duarte. Desde el 1917 hasta su caída en batalla, Liborio se mantuvo como un David enfrentando un Goliat.
La comunidad de Maguana Arriba, al pie de la más grande cordillera de las Antillas, fue el centro del liborismo. Al lugar comenzaron a llegar opositores de la presencia intervencionista norteamericana desde todos los lugares de la geografía nacional, a los cuales Liborio les dio albergue y protección. Y precisamente las estribaciones de la Cordillera Central, desde el hoy Distrito Municipal de La Maguana, extendiéndose hasta Bánica en la frontera, fue el teatro de operaciones del enfrentamiento bélico de Liborio Mateo, armado con escasos pertrechos, pero revestido de nacionalismo, frente a tropas interventoras, muy bien equipadas y abastecidas de armamentos.
Liborio fue erigido en un Dios Popular, que mantiene hasta el día de hoy a millares de seguidores, que exhiben en el patio o el frente de sus casas Tres Cruces, signo y símbolo liborista, quienes le cantan en público y en sus altares particulares sin cesar la salve: Dicen que Liborio ha muerto, Liborio no ha muerto na, Lo que pasa es que Liborio, No come pendejá.
A su obra de religiosidad popular se opusieron con rabia la Iglesia Católica y la oligarquía sanjuanera de la época. Luego esa misma Iglesia Católica, dirigida por Monseñor Thomas F Reilly, y la oligarquía local, se opondrán al rebrote liborista de Palma Sola en el municipio de las Matas de Farfán en 1962, donde se produjo la matanza más cruel de dominicanos por su fe en el siglo XX, el 28 de diciembre de ese año, y donde elementos de la encumbrada oligarquía local van a participar como actores claves en dicha matanza.
El autor es Profesor UASD.