Rubén Moreta
El 4 de julio del 1861 la ciudad de San Juan de la Maguana fue escenario del fusilamiento del prócer Francisco Sánchez del Rosario, quien fue apresado cuando regresaba a unirse a las contiendas conspirativas que perseguían restaurar la independencia nacional extinguida tras la anexión a España que realizó Pedro Santana.
Sánchez fue pieza clave en el proceso de independencia nacional. Ante la ausencia de Duarte, fue quien coordinó y ejecutó los trabajos conspirativos que concluyeron con la separación de Haití el 27 de febrero del 1844.
La grandeza de Sánchez radica en que tuvo participación tanto en la gestación de la Independencia Nacional como en la Guerra de Restauración.
El mulato Padre de la Patria se destacó como abogado, político y militar. Fue dueño de una inteligencia genial, de un pragmatismo político y un nacionalismo de acero. Su injusto fusilamiento aún martilla la conciencia nacional y marca un peldaño ominoso y oscuro de nuestra construcción histórica.
En el caso dominicano, las fatalidades -indeseadas y malvadas- son parte indeleble de nuestra historia. Se demuestra con el fusilamiento de Sánchez que la historia del dolor es la historia de los fundadores de nuestra nacionalidad, quienes tuvieron que penar las más inverosímiles humillaciones, destierros, persecuciones, encarcelamientos, traiciones, fusilamientos, lo mismo que falaces denuestos morales para pretender agujerear su estirpe procera.
Ni un solo de los jóvenes febreristas escapó de la cruel campaña de dicterios de Pedro Santana y los hateros conservadores. Alumbrada la República, Duarte, Sánchez y Mella fueron marginados y/o condenados a castigos aberrantes y de forma odiosa declarados “traidores a la patria”.
Reverenciemos hoy y siempre al prócer Francisco Sánchez del Rosario y a sus veintiún compañeros mártires por su sacrificio y entrega a la causa de la libertad e independencia del pueblo dominicano.
Una calle al sur de la ciudad de San Juan lleva el nombre de 4 de julio, recordando tan execrable acontecimiento.
¡Viva Francisco Sánchez del Rosario¡
El autor es Profesor UASD