Por Rubén Moreta
Liborio Mateo, erigido en Dios local, murió en combate (un día como hoy) el 27 de junio del año 1922. Su cuerpo acribillado, fue paseado y exhibido por sus asesinos en las calles de la ciudad de San Juan de la Maguana como un trofeo, atado en yaguas, con sogas de andullo y la imagen publicada en los periódicos de circulación nacional de la época. Luego su cadáver no fue enterrado en ningún lugar conocido, para evitar futuras peregrinaciones de sus seguidores.
La historia de la provincia de San Juan durante el siglo XX está muy relacionada con Liborio Mateo y el movimiento religioso, social y político que él construyó. Este líder espiritual representó la lucha y resistencia de los campesinos sanjuaneros en contra del modelo “civilizador-modernizador” diseñado por las élites dominantes, que fue despojando a los hombres del campo de su tierra, lanzándolos a los centros urbanos, quebrando su estilo de vida. Además, fue un movimiento campesino vigoroso de resistencia a la primera intervención yanqui en nuestro país.
Aunque la historiografía dominante lo desdeña, Liborio Mateo es una figura imponente de nuestra historia, por liderar un movimiento rural en contra de la primera intervención de Estados Unidos de Norteamérica en República Dominicana (1916-1924), y enfrentarse virilmente a esta fuerza imperial, y morir en combate como los grandes revolucionarios.
La comunidad de Maguana Arriba, al pie de la más grande cordillera de las Antillas, fue el centro del liborismo. A partir del 1908 este campesino analfabeto comienza a construir su ministerio, dedicándose a sanar a los enfermos. Su fama de curandero se fue extendiendo rápidamente en la región, por lo que comienza a ser visitado por cientos de peregrinos que buscan sanación a dolencias físicas o psicológicas. En la provincia de San Juan apenas había un solo médico (el doctor Alejandro Cabral de León, Cabralito), quien no daba abasto para atender la demanda de pacientes enfermos.
Jornalero y curandero, Liborio logró construir un gran movimiento religioso con enfoque mesiánico, que luego fue mutando a movimiento social y político contestatario, que se fue firmemente enfocando en la oposición a la presencia de tropas de Estados Unidos en la nación fundada por Juan Pablo Duarte. A partir del 1916 comenzaron a llegar a la Maguana Arriba opositores de la presencia intervencionista norteamericana procedentes de todos los lugares de la geografía nacional, a los cuales Liborio les dio albergue y protección.
Y precisamente las estribaciones de la Cordillera Central, en el hoy Distrito Municipal de La Maguana hasta Bánica en la frontera, fue el teatro de operaciones del enfrentamiento bélico de Liborio Mateo, armado con escasos pertrechos, pero revestido de nacionalismo, frente a las tropas interventoras, muy bien equipadas y abastecidas de armamentos. Desde el 1917 hasta su caída en batalla se mantuvo como un David enfrentando un Goliat.
Liborio fue erigido en un Dios Popular, que mantiene hasta el día de hoy a millares de seguidores, que exhiben en el patio o el frente de sus casas Tres Cruces, signo y símbolo liborista, quienes le cantan en público y en sus altares particulares sin cesar la salve:
Dicen que Liborio ha muerto,
Liborio no ha muerto na,
Lo que pasa es que Liborio,
No come pendejá.
A su obra de religiosidad popular se opusieron con rabia la Iglesia Católica y la oligarquía sanjuanera de la época. Luego esa misma Iglesia Católica, dirigida por Monseñor Thomas F Reilly, y la oligarquía local, se opondrán al rebrote liborista de Palma Sola en el municipio de las Matas de Farfán en 1962, donde se produjo la matanza más cruel de dominicanos por su fe en el siglo XX, el 28 de diciembre de ese año, y donde elementos de la encumbrada oligarquía local van a participar como actores claves en dicha matanza.
En honor a Liborio Mateo propongo que el 27 de junio sea declarado como Día de la Religiosidad Popular.
El autor es Historiador y Profesor UASD