Muchas personas durmieron en las calles de Marrakech por tercera noche consecutiva mientras soldados y equipos internacionales de asistencia comenzaban a recorrer remotos poblados en las montañas de Marruecos, los cuales fueron los más afectados por un terremoto sin precedentes en el país.
El desastre cobró más de 2,100 vidas, una cifra que se tiene previsto aumente. Las Naciones Unidas calculan que unas 300,000 personas resultaron afectadas por el terremoto de magnitud 6.8 del viernes por la noche.
Ante los ofrecimientos de varios países, entre ellos Estados Unidos y Francia, las autoridades marroquíes señalaron el domingo que aceptarán la ayuda internacional de sólo cuatro naciones: España, Qatar, Gran Bretaña y Emiratos Árabes Unidos.
"Las autoridades marroquíes han evaluado cuidadosamente las necesidades en el terreno, teniendo en cuenta que una falta de coordinación en esos casos sería contraproducente", indicó el Ministerio del Interior en un comunicado.
Aunque algunos equipos internacionales de búsqueda y rescate llegaron el domingo, en que una réplica sacudió a los dolidos y conmocionados marroquíes, otras cuadrillas listas para ayudar expresaron su frustración mientras esperaban a que el gobierno solicitara asistencia de forma oficial.
"Sabemos que hay una gran urgencia de salvar a la población y excavar bajo los restos de las construcciones", dijo Arnaud Fraisse, director de Rescatistas Sin Fronteras, que tenía un equipo varado en el aeropuerto de París el domingo a la espera de recibir permiso de Marruecos para entrar en el país. "Hay personas muriendo bajo los escombros y no podemos hacer nada para salvarlas".
La ayuda tardaba en llegar a Amizmiz, donde parecía haber desaparecido una gran parte de la ciudad de casas de ladrillo de arenisca anaranjada y roja erigidas sobre la ladera de una montaña. El minarete de una mezquita se derrumbó.
"Es una catástrofe", dijo el residente Salah Ancheu, de 28 años. "No sabemos qué nos depara el futuro. La ayuda sigue siendo insuficiente".
Los residentes retiraban escombros del camino principal que ingresa a la ciudad, y la gente vitoreó cuando llegaron camiones llenos de soldados. Pero pidieron más ayuda.
"No hay ambulancias, no hay policía, al menos por ahora", dijo Ancheu, refiriéndose a muchas partes de la región.
Los que se quedaron sin hogar o tenían miedo de las réplicas durmieron al aire libre el sábado en las calles de la antigua ciudad de Marrakech, o bajo carpas improvisadas en poblaciones muy afectadas en las montañas Atlas, como la de Moulay Brahim. Los residentes de esa localidad y los de Amizmiz estaban más preocupados por los daños en comunidades de difícil acceso. Los mayores destrozos ocurrieron en pequeñas comunidades rurales que dependen de caminos sin pavimentar en terrenos escarpados, los cuales han quedado cubiertos de piedras.
Esas mismas zonas se vieron remecidas de nuevo el domingo por un temblor de magnitud 3.9, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Por el momento no estaba claro si el sismo había causado más daños o víctimas, aunque probablemente fue lo suficientemente fuerte para tensar los nervios en zonas donde el terremoto dejó edificios inestables y la gente hablaba de su temor a las réplicas.
En una región en donde muchas personas fabrican ladrillos a partir de lodo, el sismo del viernes derribó construcciones en pueblos y ciudades de montaña que no eran lo suficientemente fuertes para resistir un terremoto de tal magnitud, dejando personas bajo los escombros y obligando a otras a huir aterrorizadas. Se había confirmado la muerte de 2,122 personas y al menos 2,421 heridas, 1,404 de ellas en estado crítico, reportó el Ministerio del Interior.
La mayoría de los fallecimientos (1,351) ocurrieron en el distrito de Al Haouz, en la cordillera del Alto Atlas.
Las banderas ondeaban a media asta en todo Marruecos después de que el rey Mohamed VI ordenó tres días de luto nacional a partir del domingo. El ejército movilizó equipos especializados de búsqueda y rescate, y el monarca ordenó que se proporcionara agua, raciones de comida y cobijo a los que habían perdido sus hogares.
El rey también pidió que las mezquitas de todo el reino efectúen oraciones el domingo por las víctimas, muchas de las cuales fueron enterradas el sábado mientras continuaba la frenética labor de rescate.
Aunque declaró por primera vez el domingo que aceptaría la ayuda de cuatro países, Marruecos no ha hecho un llamado internacional de asistencia, tal como lo hizo Turquía horas después de un terremoto que estremeció al país hace algunos meses, según grupos de ayuda.