Por. Ruben Sabala Moreta. Periodista y Prof. En la UASD.
-Las migraciones de mujeres sanjuaneras hacia Europa han producido un gran impacto social, económico y cultural. Las remesas enviadas por estas mujeres inyectan liquidez y dinamismo a la economía local. La provincia de San Juan sin esas remesas de las migrantes tuviera en una situación de postración y quiebra.
Un gran aporte de las mujeres viajeras es la transformación arquitectónica de la ciudad y de muchas comunidades rurales, con la construcción de deslumbrantes viviendas de estilo vanguardista y moderno, replica de casas y palacetes europeos. De igual forma, las mujeres migrantes han contribuido a la movilidad social de su familia.
De igual forma, las viajeras poco a poco han ido construyendo nuevos patrones socioculturales. A nivel familiar, muchas de estas mujeres han desarrollado relaciones matrimoniales bígamas: tienen un esposo en Europa y otro marido en San Juan. La mayor parte del tiempo convive con el marido Europeo que asume el rol de principal y de proveedor. El marido local es usado en los periodos de vacaciones en el país, aunque se comunica a diario con él a través del teléfono y las redes sociales digitales.
Mientras el marido Europeo es el patrocinador financiero, el marido local es un dependiente, un mantenido, que tiene el rol de cuidarle la casa, pasear en el vehículo que deja su amada, exhibir una pistola, vestirse como un dandi, todo con el patrocinio de la migrante.
Desde Europa la mujer trata de tener control del marido local, buscando evitar que le sea infiel. Al efecto, instala cámaras de seguridad en la casa que ella puede observar y monitorear desde el viejo continente. Algunas le instalan aplicaciones de rastreo al celular para saber por dónde se desplaza su amado en la ciudad. Las más celosas –subrepticiamente- contratan a una persona para vigilar al macho, lo mismo que su entorno familiar lo vigila también.
Supe de un caso de un marido local que le había jurado una y otra vez a su viajera que no estaba haciendo infiel con una vecina.
Pero cada noche el individuo visitaba a la muchacha entre las 9:00 a 12 de la noche. La señora, sintiéndose engañada e irrespetada tomó un vuelo desde Alemania a Punta Cana, y un taxis hasta San Juan.
Al llegar a esta ciudad sureña llamó al marido local infiel y le pregunto: “mi amor ¿Dónde estas?”
Raudo el hombre le contesto: “mi amorcito estoy llegando a mi casa a acostarme”.
La viajera llegó a la casa vecina, entró a la habitación donde encontró al marido en acción, le exclamó varios insultos, le propinó una bofetada y les quito las llaves de la jeepeta y de la casa y lo liquidó como marido.
Insisto, la bigamia se está haciendo común y natural en San Juan de la Maguana. Cuando las viajeras regresan al país acompañadas de su esposo europeo, le dicen a este que su pareja local “es un primo de mucha confianza”. Conviven sexualmente con este en moteles, y siempre el vuelo de regreso del marido a Europa es primero que el de ellas, a fin de tener un tiempo extra para dedicárselo exclusivamente al cónyuge local.
Otras migrantes prefieren llevarse el consorte sanjuanero a Europa y lo instalan en un “piso” en una población diferente o en un sector distante de donde estas residen. Le gestionan trabajo a tiempo parcial y se las arreglan para estar con él dos veces a la semana.
En muchos casos, el marido local fue primero y con su consentimiento ella asume el nuevo matrimonio con el sujeto europeo. Es decir, el otrora hombre machista sanjuanero está modificando su cultura, aceptando compartir “su mujer” con otro varón.