SD. El fenómeno Grinch, depresión navideña o trastorno afectivo estacional, no es un invento de nuestros tiempos y es más común de lo que creemos. Hay personas que al llegar la Navidad se transforman en un Grinch, personaje ficticio creado por el escritor de cuentos infantiles Dr. Seuss, el extraño ser apareció por primera vez en el cuento “Como el Grinch se robó la Navidad”, y su misión era borrar la época navideña.
Según la doctora Biaris Rodríguez, psiquiatra, para muchas personas, la Navidad es una época de amor, paz y felicidad. Sin embargo, para otros es un tiempo de esfuerzo extra, porque las emociones que se viven durante este tiempo les generan altas expectativas. “Estas emociones se convierten en agotamiento, tristeza, angustia que pueden afectar la salud mental hasta convertirse en un factor desencadenante de trastornos afectivo estacional”.
Explica que la época navideña puede ser estresante, “porque las personas con pocos amigos o sin familiares cercanos se sienten solas. A veces la ausencia de un ser querido por fallecimiento o la imposibilidad de estar juntos se convierte en ese elemento que detona un sentimiento de añoranza y vacío que es difícil de llenar”.
Los problemas laborales, económicos, amorosos… sumados a expectativas no cumplidas son otros factores de importancia que desarrollan un alto nivel de estrés, resalta la psiquiatra.
“En mi consulta aumenta de manera significativa la cantidad de pacientes que cumplen los criterios de depresión mayor, ya que la misma puede ser causada por factores sociales que impactarán directamente a personas con predisposición a la enfermedad”, agrega la especialista.
De manera paralela, se incrementan las consultas de residentes en el extranjero que vienen al país con fines de celebración, “pero al reencontrarse con lugares o personas de significado particular para ellos, esto se convierte en un elemento desencadenante de crisis”, explica la experta.
La doctora Biaris señala como principales síntomas: tristeza persistente la mayor parte del día, anhedonia (disminución del deseo de hacer las cosas que le causan placer), anergia (perdida de energía), llanto sin razón o motivo, ideas negativas, minusvalía, culpa, desesperanza, irritabilidad, disminución o aumento del apetito y del sueño; disminución de la libido, ideas o intento suicida.
“Es importante que las personas puedan identificar estos síntomas con el objetivo de prevenir el suicidio”, puntualiza la doctora Biaris.