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¿Es el dembow el culpable?

POR ISAAC FELIZ

En medio de los debates actuales sobre la música y su impacto en la sociedad, es esencial abordar con profundidad la cuestión de si el dembow, un género musical que ha generado mucha controversia, es verdaderamente responsable de la descomposición social que afecta a nuestra sociedad. A menudo, se le atribuye a este género la culpa de los problemas sociales, sin embargo, esta perspectiva es simplista y no contribuye a abordar la raíz de los problemas.

Para comprender mejor este debate, es crucial realizar un análisis objetivo. Consideremos el caso de un niño nacido en un entorno de extrema precariedad, en un barrio carente de las condiciones básicas para una vida digna. Este niño enfrenta desafíos inmensos desde su nacimiento, ya que carece de acceso a la educación, atención médica, agua potable y oportunidades de recreación. Sus padres, también atrapados en la marginación, no pudieron completar su educación y, por lo tanto, no pueden brindarle una orientación adecuada.

A medida que este niño crece y se convierte en un joven, es testigo de las carencias que lo rodean. Mira a su alrededor y ve dos caminos divergentes. Por un lado, observa a un joven que, a pesar de enfrentar adversidades considerables, logra completar sus estudios universitarios y luchar por un futuro mejor, no obstante, luego de agotar 4 o 5 años en una universidad pública, debe enfrentar un sinnúmero de adversidades para encontrar un empleo, en muchos casos, debe implorarle a un político para que lo nombre en una institución pública, en ocasiones, el político ni siquiera es profesional.  Por otro lado, ve a individuos que encuentran la riqueza de maneras menos convencionales, como a través de la música o actividades ilícitas, exhibiendo un estilo de vida lujoso.

Es esencial que reflexionemos sobre la elección que enfrenta este joven. Si carece de una educación básica y oportunidades claras, su camino a menudo estará marcado por la desesperación. En esta perspectiva, no podemos culpar al dembow o al Rap por la descomposición social que observamos. Más bien, debemos señalar que el Estado ha fallado al no crear los mecanismos necesarios para empoderar a la juventud de los barrios marginados.

El Estado debe asumir la responsabilidad de crear programas sociales que incentiven a los jóvenes a estudiar y fomentar la creación de empleos. Estas medidas son fundamentales para permitir que los jóvenes salgan adelante y alcancen sus aspiraciones. Además, es crucial abordar las causas subyacentes que llevan a algunas mujeres a dedicarse a la prostitución o a los jóvenes a recurrir a actividades ilícitas para generar ingresos. No estamos haciendo apología de tales comportamientos, pero debemos reconocer que el Estado no siempre ha transmitido el mensaje correcto.

No todos poseen la capacidad de superar las adversidades por sí solos. Algunos han tenido éxito a pesar de las limitaciones materiales, pero la sociedad y el Estado tienen la responsabilidad de brindar un camino claro hacia un futuro mejor para todos. La música no es la causa principal de nuestros problemas sociales; la falta de políticas efectivas y de apoyo a las comunidades más vulnerables es lo que debemos abordar de manera integral.

Este es un llamado a la acción, una oportunidad para que el Estado y la sociedad en su conjunto asuman la responsabilidad de forjar un futuro más justo y próspero para todos. Es hora de mirar más allá de la superficie y abordar las cuestiones de raíz que afectan a nuestra sociedad.

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