Los males de Micaela
Ahora Santiago Hazim y todos los demás implicados en el robo al SENASA padecen de ese mismo “mal”.
Lo sufrieron Alexis Medina, Leonel Almonte, Pagán, Yan Alan Rodríguez y otros delincuentes más.
Ese padecimiento solo aparece cuando tienen que ir presos por ladrones.
La República Dominicana vive hoy uno de los momentos más oscuros de su historia. Estamos frente a un desfalco nunca antes visto en el país.
Aquí lo que menos importa es que los ladrones sean del PRM; total, todos los anteriores también tienen su historial de malas costumbres. Ahí está el ejemplo de Alexis Medina y sus cómplices, cercanos al Palacio Nacional, al igual que Hazim.
Sin embargo, estamos frente a un hecho sin precedentes, mucho más grande de lo que cualquiera pueda imaginar. Un caso que salpica muy de cerca a las altas esferas del poder.
El modus operandi de los “pillos” de ahora es el mismo que usaron los anteriores: se valieron de sus influencias y de su poder para robarle al pueblo.
El crimen cometido es enorme. Es imposible calcular cuántas personas murieron porque ese coro de Santiago se robó el dinero que debía destinarse a medicinas. En lugar de eso, lo gastaron en relojes de millones de pesos, yates, villas, apartamentos, vehículos, vinos y whiskies de los más caros.
Son criminales y tienen que pagar por lo cometido. No debieron hacerlo, y ahora hay un pueblo entero observando cada actuación en este caso.
Yenny Berenice, Wilson Camacho y los demás fiscales a cargo de la investigación no se dejarán doblegar. Harán su trabajo con firmeza y carácter, como siempre lo han hecho.
El país está en shock: sin palabras, en la lona. Esto era algo que nunca se había visto, y ya se vio: el robo más grande de la historia, y peor aún, en contra de los enfermos.
No tienen alma. Deben pagar y aguantar ahora. Llegó el momento del trago amargo, después de tantos tragos dulces que se dieron.
Aquí no aceptamos lloraderas. Respondan como hombres lo que hicieron con arrogancia y abuso. Sin miedo al éxito, que bastante lo disfrutaron.
¿Nunca se preguntaron si lo que estaban haciendo era criminal?
¿No sabían que podía filtrarse algo?
¿No imaginaron que eso estaba fuera de toda normalidad?
Pues bien, ahora soporten la presión, porque ni siquiera con cárcel se paga el daño que han hecho.
Wao… qué barbaridad la de todos y todas.



