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El cacique Enriquillo

Por Rubén Moreta
En la isla La Española, durante el siglo XVI, el cacique Enriquillo fue la figura fundamental de la resistencia aborigen frente al colonialismo europeo.   
Enriquillo nació y creció en tierras del cacicazgo del Jaragua.  Se cree que era hijo de Maniocatex, un jefe tribal nitaíno, quien murió durante la Matanza del Jaragua.  Fue adoctrinado por monjes católicos franciscanos en la Villa de la Verapaz y ya hombre, fue dado al encomendero Francisco Valenzuela quien lo trajo a vivir a su hato en la Higuera, un territorio rural ubicado en lo que fue el cacicazgo del Maguana, en lo que es hoy el Distrito Municipal de Hato del Padre, municipio de San Juan de la Maguana.
Físicamente, según los historiadores de Indias, el cacique Enriquillo: "Era alto y gentil hombre, de cuerpo bien proporcionado y dispuesto, la cara no-tenia hermosa ni fea, pero tenía-la de hombre grave y severo". "El Cacique era sobrio de maneras y apetitos. No-se excedía en el comer ni en el beber. Receloso y esquivo, no se confiaba fácilmente a nadie. Huidizo y despierto, como pollo de guinea; hablaba poco y dormía menos". "Solo así, vigilante hasta de su propia sombra, pudo mantener durante catorce años la guerra del Bahoruco, sin ser nunca vencido, ni siquiera sorprendido". (Herrera op. cit. Década II. Libro V. Cap. I. Tomo II Pág. 94)
Enriquillo colmó su paciencia cuando su esposa Mencía, hija de Higuemota y nieta de los caciques Caonabo y Anacaona, fue abusada sexualmente por un hijo del dueño del hato. Buscó justicia por la vía institucional y se la negaron y decidió en venganza –hastiado por la esclavitud española- levantarse en armas.
El papel de Enriquillo en la resistencia fue fundamental. Se le considera el primer guerrillero del nuevo mundo por su valor de enfrentar el poder imperial ibérico que se había adueñado de las tierras del nuevo mundo, con patente del catolicismo cristiano, tras las bulas del papa Alejandro VI, que en el nombre de Dios legalizan tan cruenta empresa. 
Fue en tierra sanjuanera donde este valiente cacique va a articular su ejército, al principio pequeño, con el que llevó a cabo su aventura revolucionaria desde 1519 hasta el 1533.  Fue un gran concertador al lograr sumar a su movimiento a negros que fueron traídos a la fuerza a la isla de África, quienes también habían huido inconformes con la explotación irracional a que eran sometidos y asumieron al valiente cacique como su líder y redentor.
Enriquillo estaba colmado más de valor que de posibilidades reales de derrotar al enemigo invasor, por la superioridad militar de los españoles.  Pero este factor no lo amilanó y con singular coraje y arrojo pudo mantenerse en combate durante catorce años (1519-1533).
Enriquillo logró en la práctica derrotar a los dominadores españoles, quienes tuvieron que capitular con él.  Su insurrección causó mucho daño a los intereses y propiedades de los invasores, por la precisión y contundencia de sus ataques.
Los méritos de Enriquillo son varios: estratega de la guerra de guerrillas,  líder político, cabeza de la resistencia aborigen en el siglo XVI y defensor de su vapuleada raza frente al dominio hispánico.   
Considero exageradas y desproporcionadas las críticas a este cacique que ha formulado un segmento de la intelectualidad dominicana, porque no toman en cuenta el contexto sociopolítico de la época en que le correspondió vivir a este héroe indígena.  
Es injusto, equivocado y antihistórico llamarlo “ídolo de barro”.  No puede ser un ídolo de barro un aborigen que se alza en las montañas y enfrenta gallardamente la política de exterminio y desculturación que imponían los dominadores ibéricos.
Un municipio, escuelas y calles del país honran la memoria del valiente cacique Enriquillo.  Sigamos recordando su hazaña hoy y siempre. El 27 de septiembre está instituido como el Día de Enriquillo.
El autor es Profesor UASD. 

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